Aunque no sé dónde,
sé que estás.
Sé también que eres;
buscas y corres tras el viento,
conoces el círculo de raíces
que atraviesa tus huesos.
Lo sé porque me miras como un niño,
porque me abriste tu fuego
sin miedo a quemarme.
Porque sabes que ningún lenguaje
contendrá el mundo que vemos
más allá del cieno y el hielo,
allá donde se derrite la tierra
y se evapora el pensamiento.
Por eso quiero ser un huerto
arado y sembrado por ti,
vivir en la madera de los ciruelos,
en el olor de la hierba,
y que así me liberes,
me enseñes todo lo que soy.
K-níbal ya está aqüí.
Hace 3 días
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