jueves, 14 de enero de 2010

SONÁMBULOS

Espectros y reflejos acechando en el umbral
nos abren los pasadizos de la penumbra.

De tu mano cruzo el puente a la hipnosis de la noche,
que nos induce a un extraño rapto
en el que somos el juego primigenio
de dos dioses salvajes,
de dos tibios animales
sin palabras ni tiempo.

Nos damos cuenta:
el río canta y la lluvia dormita,
se enreda en la luz irreal;
la piedra contiene el aliento y el cielo respira.

Y así hundiste el destello de plata en mi vientre de arcilla,
donde despertó la víbora de cristal
y ascendió a mis lágrimas.